Nunca está de más comprobar la fragilidad de algunos ancianos. Empieza a escuchar a tus padres, compañeros de trabajo, vecinos o amigos cada vez que te cuenten una historia sobre un anciano hospitalizado. El mes pasado, mi tía Louise, de 84 años (en su quinto año de ) se puso muy enfermo.

Entendámoslo

Su hija, enfermera, la llevó a hacer recados esa tarde y a comer y todo parecía normal. A las 5 de la tarde, la tía Louise tenía 104 y apenas se excitaba. Mi prima ni siquiera pudo hacer que se levantara para llevarla al coche. Tuvo que llamar al 911 para que la llevaran de urgencia al hospital. Bueno, la tía Louise fue ingresada en el hospital con una infección del tracto urinario. -Ahora imagina esto: incontables chicas contraen infecciones similares y no acaban en urgencias.

¿Qué le pasó a la tía Louise? Cuando envejecemos y nos volvemos frágiles, nuestro sistema inmunitario no responde a las infecciones como cuando éramos más jóvenes y poderosos: las personas mayores frágiles pueden ponerse muy enfermas, muy rápidamente, como le ocurrió a la tía Louise. La tía Louise se sintió muy confundida por la y antibióticos, tanto que no podíamos dejarla sola.

Si la hubieran dejado sola, habría intentado levantarse de la cama para ir al baño o comer algo, etc., como ha hecho durante 84 años. No era capaz de entender lo que pasaba ni dónde estaba. Así que para evitar un colapso ni sedación ni sujeción, optamos por quedarnos con ella las veinticuatro horas del día.

¿Y ahora qué?

El segundo día, la tía Louise estaba ligeramente mejor, pero tan débil que ni siquiera podía mantenerse en pie. Sabíamos que si no conseguíamos que se levantara y se moviera, le darían el alta y no sería capaz de cuidar de sí misma. Esto es lo que ocurre a diario en los hospitales. Si no participas activamente en el cuidado de los ancianos frágiles, al darles el alta los envían a residencias de ancianos para su rehabilitación. Así que nosotros mismos nos encargamos de la tía Louise.

Trabajamos los muslos, levantándolos, doblando las rodillas, haciendo que moviera los dedos de los pies. Lo hacíamos durante veinte minutos cada dos horas a lo largo del día. Por la tarde, ya era capaz de ponerse de pie con ayuda. La manteníamos de pie durante unos segundos, hasta llegar a un par de minutos. El tercer día pedimos a la enfermera un andador y caminamos y caminamos. El cuarto día, la tía Louise fue dada de alta. Tenía el no hubiera tomado parte activa, la tía Louise podría haber sido enviada a un centro de cuidados durante muchos meses, sólo porque no hacía ejercicio.